¡Ay! el arte… la fotografía, el cine, el teatro y todos sus derivados. Aunque trabajar en el terreno artístico siempre ha sido sinónimo de crisis y de creencias confusas en el populacho sobre las ganas reales de trabajar, no ha sido hasta hace una década (y más aún desde la crisis actual) cuando se han intensificado algunas “leyendas urbanas” y no tan leyendas.
Dicen que la globalización hace mella en la población, dicen que la cultura externa está entrando con gran empuje en nuestro país; pero, ¿es realmente verdad? o ¿es sólo un producto de nuestra imaginación?
Es bastante sorprendente ver como en España han entrado, de forma casi demoledora, costumbres y empresas de Estados Unidos, las cuales les ha costado más bien poco o nada arraigarse en la vida de un número altísimo de españoles; mientras que otros conceptos como la concepción de artista/fotógrafo/cineasta como profesión sigue siendo algo inaudito y repelido por la sociedad cuando la idea sobrevuela unos cuantos kilómetros antes de llegar a Punta da Insua.
Y es aquí cuando me pregunto, ¿somos nosotros (los afectados) los culpables de este bagaje social? ¿Son los encargados de ayudar a difundir el arte o los conceptos artísticos los culpables?
“El aspecto más triste de la vida actual es que la ciencia gana en conocimiento más rápidamente que la sociedad en sabiduría.”
Isaac Asimov
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©Fotografía de Antonio Garci de la serie “Body Rock“
La respuesta la verdad es que siempre suele ser la misma. El bando contrario es el culpable siempre (dependiendo de en que diligencia vayamos montados). El problema reside cuando ninguno de los mismos es autocrítico consigo mismo y hace lo posible por ayudar, desde su concepto y sus posibilidades, a que la idea confluya.
Yo, como fotógrafo, me veo en la obligación de hacer ver a la gente porqué el hacer fotos no es un simple divertimento, sino un trabajo como otro cualquiera. Hacer ver que la fotografía no es una ciencia exacta y que no todas las fotografías tiene porque gustar a todos para estar bien; además de que cuesta dinero, trabajo, esfuerzo, pensamiento, creatividad, y sobre todo tiempo, mucho tiempo.
Entiendo que la sociedad suele estar basada en la teoría de la lógica aplastante de ” p -> q “, y no hay duda que así ocurre en el arte. Si trabajas debes conseguir dinero. El problema está en la idea de trabajo para un gran número de personas. Un trabajo no tiene que ser un castigo, una tortura, algo en lo que sólo piensas realizando una cuenta atrás pensando en la jubilación…
Quizá deberíamos empezar por ahí… en creer que algo que divierte, que hace reír, que hace estar feliz, no pueda ser un trabajo. Un trabajo no es una condena, y si alguno lo es no implica que todos deban serlos.
Y es que al final, lo que hace feliz acaba siendo una condena, y lo que supuestamente es una condena debe hacerte supuestamente feliz…
Portada | © Fotografía de Sergio Perea
Sergio P
Ser profesional , implica reunir cuatro ingredientes: talento, disciplina, formación y mucho sacrificio. Cualquiera que no tenga esos, no se puede considerar profesional, independientemente del dinero que se gane. Todos esos ingredientes requieren ingentes cantidades de tiempo y dinero, así que además, el producto del trabajo de un profesional, debe ser caro.
No entenderlo, acabará con la fotografía como actividad profesional. Por tanto, creo que la verdadera responsabilidad de defender esta profesión recae en las empresas y los consumidores, que deben aprender a reconocer el trabajo que hay detrás de una foto.
Rodrigo Rivas Llave
Estoy totalmente de acuerdo contigo Sergio. Aunque considero que ser críticos con lo que hacemos nosotros, y más si estamos dando un producto más que subjetivo también requiere de una forma diferente de hacerlo llegar a la gente, muy distinta a como si vendieras chuletas o pescado.