Cuando hablamos de ser fotógrafos, uno de los puntos más importantes que se deben buscar para llegar a serlos de verdad es, sin duda, el de conseguir llegar a conseguir un estilo propio. Un estilo que nos caracterice, que deje patente que la fotografía hable de nosotros sin poner nuestro nombre o firma. En definitiva, el estilo personal es nuestra firma visual.
Primer paso: elijamos nuestra disciplina
Cuando aún no tenemos un estilo propio, uno de los primeros puntos para facilitarnos la tarea es el de elegir una disciplina fotográfica. Este elección, nos hará poder filtrar las innumerables posibilidades que tenemos dentro de todo el mundo fotográfico para así centrarnos en algunos aspectos más significativos.
Esto no quiere decir que nuestro estilo personal se centre exclusivamente en un disciplina fotográfica; ya que a raíz de conseguir nuestra firma visual nos será más sencillo aplicarla a las demás posteriormente. Esto es, ni más ni menos que, una forma de facilitarnos las cosas a la vez que orientarnos más; pues ya sabe, cuanto más abarcas poco aprietas (al menos al principio cuando necesitamos unas fuertes dosis de definirnos).
Es por tanto que, elegir una disciplina que más nos guste y atraiga, conocer lo máximo de ella y poner todo en práctica será la forma más sencilla de investigar e indagar para conseguir nuestro fin.
Investiga, observa, piensa en ti … en definitiva plásmate con “estilo”
Posterior a elegir una de las disciplinas, llega la parte difícil e importante. Conseguir diferenciarnos de los demás, a la par que conseguir una homogeneidad narrativa y visual en nuestras imágenes. Este trabajo es un proceso que necesita de una parte práctica y otra “teórica”. En cuanto a la parte práctica es importante dejarnos llevar al hacer fotos, hacer lo que el cuerpo nos pida.
Posterior a esta parte más practica llega el momento de analizar las imágenes y ver si nos sentimos agusto al visualizar nuestro trabajo. Con total seguridad, en este apartado vamos a descartar muchas fotografías. Esto será debido a que no nos guste la perspectiva elegido, la tipología de planos usada, la medición, etc…
El hacer esta selección tiene que ser de una formada pensada y muy razonada. Aquí es donde la parte teórica entra en escena y es donde tenemos que sumar todos los conocimientos adquiridos tanto técnicamente como creativamente. Estos conocimientos debemos haberlos adquirido viendo muchos trabajos de otros fotógrafos, leyendo, viendo cine, escuchando música, etc… Todo ello al igual que el haber aprendido la técnica fotográfica. Por supuesto, ni que decir, que la fracción creativa es parte de un proceso más arduo e interior que la técnica, y por tanto la creatividad siempre debe estar más presente y en continua marcha.
Es posible que, estos procesos haya que realizarlos bastantes veces hasta ir puliendo y depurando poco a poco nuestro estilo.
Quiero recordaros que, el estilo personal no lo marca sólo el disparo, sino también su posterior postproducción. Y cuidado con esto, pues lo marcan ambas partes ninguna por encima de la otra, a pesar de que muchas veces una pueda llamaros más por encima de otra y creamos lo contrario.
Uniendo todos los puntos…
Si comenzáis a reflexionar a partir de vuestros gustos, vivencias, forma de ser…. en definitiva, sobre vosotros mismos, es cuando ese estilo llegará. Para ello, el unir vuestras experiencias e influencias consiguen tarde o temprano conseguir llegar a él.
Y recordad, cuando encontréis vuestro estilo personal siempre podrá ser extrapolado a otras disciplinas fotográficas de forma más sencilla. De esta forma, nunca daréis palos de ciego de un lado a otro sin tener un estilo propio primero.
Tener un estilo propio y definido es tener una identidad fotográfica, conseguir cumplir una mayoría de edad dentro de tu fotografía. En definitiva, es darte cuenta de lo que ves y de cómo lo ves.