En tiempos de guerra todo agujero es trinchera, suelen decir. En estos tiempos en que todos tenemos la posibilidad de disponer de una cámara, es cierto que, la visualización de imágenes entre todas las personas puede crear gran cantidad de opiniones sobre lo que puede ser “bueno” o “malo”. Es por eso qué, llevaba tiempo con ganas de escribir algo acerca de qué es para las personas una buena fotografía (siempre desde mi humilde opinión).
El árbol no te deja ver el bosque
Muchos hemos leído esta frase que, en muchos casos, asemejamos a sentirnos atontados por algo mientras la verdad se escapa por otro lado. Esta frase de escapismo y de la que bebe muchas veces disciplinas como la magia, es algo que la fotografía está incorporando a gran número de usuarios por culpa de los fuegos de artificio, por encima de algo más importante como es el mero hecho del lenguaje visual. Basta decir, de antemano, que la fotografía siempre procederá de un germen totalmente subjetivo para adentrarse en uno aún mayor.
Muchos sabéis que, soy una persona que sus primeros pasos en la fotografía no fueron para nada los que a día de hoy llevo conmigo en mi mochila. Soy esa clase de fotógrafos que ha hecho y probado de todo dentro del mundo fotográfico. Se, por tanto, la importancia que tiene la edición fotográfica (he sido y soy retocador de imágenes para otros fotógrafos), también entiendo la necesidad de saber qué llevo entre mis manos para fotografiar; pues he fotografiado y realizado trabajos con toda clase de cámaras (gran formato, formato medio, DSRL, TLR, smartphone…)… pero sobre todo, y tras todo ello he aprendido que hay algo que en mi primera etapa no le daba importancia. El mensaje. Un mensaje que, en muchísimos momentos, ya no se busca.
Uno para todos y todos para uno para una buena fotografía
Todos los componentes para elaborar una fotografía son necesarios, e incluso hacen falta todos ellos por casi igual en la toma de una fotografía. Hace poco leía en la zona de comentarios de un vídeo de YouTube de una compañera (Ainara), un comentario que decía – “Pero siempre digo lo mismo, mientras (Post-pro) una foto da igual como la hagas.”
Un comentario que me dejó claro que hay algunas personas que, en términos cinéfilos, le darían el Oscar a la mejor película a cualquiera de la saga Transformer por encima de obras como Spotlight (reciente película ganadora). Y es cierto que, la fotografía, como comenté antes, no deja de ser una disciplina subjetiva. El problema reside en que esa subjetividad debe llegar cuando tenemos la imagen delante de nosotros, nunca antes de realizada sólo por lo que usamos o dejamos de usar. Ninguna fotografía será buena por sólo ser bueno editándola, como ninguna fotografía sólo será buena si nos centramos sólo en el disparo sin fijarnos en nada más.
Es importante ver todos los aspectos que componen una imagen. Su situación, los protagonistas, lo que pretende transmitir, si es algo difícil de conseguir o lo tenemos mil veces visto… Recordemos que hay muchos componentes que dejamos de lado que, en gran medida están “fuera” de la propia imagen que vemos. Ese componente psicológico que haga que, una imagen nos haga pensar más allá. La fotografía, en parte, debe conseguir eso también; pues estamos capturando en un fotograma de algo que no podría decirse con muchos más. Para eso ya tendríamos el vídeo.
Atracción vs Amor
La fotografía siempre es extrapolable a gran parte de situaciones de nuestras vida cotidiana. Es comparable a muchas cosas que todos vivimos a lo largo de nuestras vidas. Y bajo mi punto de vista, un punto que pienso que asemeja muy bien la comparativa entre una buena fotografía y una fotografía que nos alucina por su espectacularidad, es el que todo ser humano tiene en sus vidas amorosas.
Siempre he pensando que una fotografía de esas que nos alucinan por su espectacularidad del lugar es sinónimo de esa persona super guapa, que por los canones de belleza establecidos por la sociedad acabamos por poner en un altar y en el que muchos exclaman – “Mira ese/a tío/a. Qué bueno/a está”. En efecto, ese embrujo, muchas veces establecido suele ser algo genérico y que sólo brilla por fuera. Carece de mensaje real, y ese mensaje se convierte en algo ficticio generado por pensamientos establecidos sin ni siquiera pararnos a pensar en más allá.
Por otra parte, las imágenes buenas son aquellas que enamoran, esas que tras una, dos o quinientas veces vistas sigues amando su mensaje y no quieres pasar a la siguiente. Cuando conoces ese interior a pesar de que su exterior pueda carecer de ese embrujo primario que comenté antes. Da igual que tengan significado positivo, negativo (aparentemente), o que los canones de belleza de la sociedad no la establezcan como algo precioso. Nosotros nos enamoramos de gente sin fijarnos en esos canones establecidos, sino en los nuestros propios. Ni mucho menos con esto, quiero decir que uno no se pueda enamorar de algo con ese tipo de canones predefinidos, pero bien sabemos que para ello buscamos más allá. Entramos mucho más de lleno para llegar a ese estado.
En definitiva, somos humanos y los impulsos forman parte de nosotros, pero en muchos casos, y en gran medida por falta de cultura visual (en este caso), nos dejamos llevar más por ellos. Hacer fotografías no es sinónimo de disparar una cámara o editar mil y una capas en Photoshop para conseguir la fotografía alucinante y perfecta. Eso, quizá es la parte fácil. La parte complicada es entender que, todas las partes de un flujo de trabajo, independientemente de con que estén realizadas, deben realizarse buscando el enamoramiento de la imagen. Al final, dicen que el amor verdadero puede ser para siempre o al menos tiene más posibilidades que un simple hechizo visual o amor a primera vista.
Tanto si estamos comenzando, llevamos tiempo en esto de la fotografía intentemos aprender cada día y enseñarlo a todas y cada una de las personas que realizan fotografía. Es verdad que todos los tipos de imágenes pueden ser válidos y necesarios, el problema reside cuando no sabemos posicionar bien para que sirve una u otra. Y más aún cuando acabamos por confundirlos.
Cómo veis, he querido dejar de lado aspectos sumamente fotográficos como pueda ser composición, técnica y otros menesteres fotográficos pues, creo que en estos momentos son aspectos que no pasamos por alto. Más que nada, porque además, son puntos que, no por no ser importantes, no son los puntos principales de una buena fotografía.
Creo que la importancia de la cultura visual, de creer que la cara A de la cinta es la mejor porque es la que todos asocian a lo bonito. Porque Bonito no es siempre igual a Bueno. Y aunque los seres humanos debemos tener un mensaje optimista, el problema es que también asociamos el optimismo a lo aparentemente bonito.
Se que es una “norma” impuesta por la sociedad, y una moda; y tengo a buen por seguro que no pretendo, ni soy, ser Juana de Arco; pero al menos si que me gustaría que pudiéramos reflexionar. Todos hacemos fotografía y creo que, al igual que en otros campos (que incluso para muchos de vosotros son vuestros trabajos), la reflexión debe formar parte de ello.